Arcadio

Arcadio vio la luz primera en Osuna, ciudad de la riente Andalucía. Si fue ilustre por su nacimiento lo fue aún por las gracias con que Dios le favoreció. Sus enemigos le admiraban a causa de los milagros que realizaba; pero le odiaban por la eficacia de sus predicaciones. No pudiéndole soportar por más tiempo, le persiguieron hasta hacer que le condenaran a muerte. Él mismo se presentó al gobernador, el cual le dijo que le perdonaría si sacrificaba a los dioses. Arcadio le contestó: «Imposible parece que me propongas tal infamia… Jesucristo es mi vida y no me importa la muerte. Inventad el suplicio que os plazca, sometedme a él, y nunca, por horroroso, por cruel que sea, me volveré infiel a mi Dios.» Después de un momento de silencio y estupor, el juez dijo a los verdugos que le cortaran, poco a poco y uno tras otro, todos los miembros. Así lo hicieron; pero Arcadio no pronunció ni una sola palabra de queja; antes, al contrario, iba ofreciendo a Dios cada uno de sus miembros. Mientras estaba orando, su espíritu se elevó al cielo el 12 de enero del año 111.

Mártir

12 Enero